Una alternativa a la censura

Con la creación del Registro de Asociaciones de la Sociedad Civil Cubana, el pasado 7 de abril en Madrid, se dio un paso adelante en la lucha por que se instaure en la Isla una democracia.

El proyecto impulsado por el Observatorio Cubano de Derechos Humanos conjuntamente con la Asociación Jurídica Cubana debe ser considerado como un salto cualitativo de extraordinaria importancia de cara al fortalecimento de las agrupaciones que, a contrapelo de los sistemáticos ataques de la policía política, mantienen su beligerancia a lo largo y ancho del país.

Nada que ver con el sobredimensionamiento u otras maniobras tendientes a la hiperbolización que algunas veces terminan minimizando las posibilidades de alcanzar el éxito.

Basta poner en perspectiva los fines del proyecto para calibrar su relevancia. Y es que se propone entre otras cosas, visibilizar y legitimar ante el mundo a todas las entidades que en Cuba han asumido el compromiso de no cejar en sus demandas de libertad en el más amplio sentido del término.

Se sabe que el Ministerio de Justicia controlado como todas las instituciones por el partido único, rechaza de plano cada petición de legalizar cualquier actividad si éstas se ubican en las antípodas de las reglas impuestas por la élite política nacional, mediante decretos y el empleo, si así corresponde, de la fuerza bruta que suele manifestarse en golpizas, actos de repudio, arrestos y condenas carcelarias.

Debe quedar claro que las pretenciones no son de legitimar fronteras adentro. Sería enfrascarse en la obtención de algo imposible. Se trata de una alternativa a esa censura que se recicla a la sombra del triunfalismo y los amagos de apertura y bajos cuyos presupuestos se ha codificado el ninguneo y la insistencia de criminilizar la disención en todas sus variantes.

No es poca la determinación de homologar a decenas de organizaciones prodemocráticas con sus pares internacionales, otorgarle un estatus que eleve y consolide su representatividad.

Por otro lado, con tales inscripciones será posible conocer sino el número exacto, al menos un estimado realista de la cantidad de grupos que conforman el frente que propugna una salida democrática al dilema cubano.

Los propagandistas que no se cansan de bautizar a sus críticos como bandidos o fantasmas que nadie ve, quedan descolocados ante una propuesta que identifica a los protagonistas de un desafío a valorar tanto por su tenacidad como por la valentía ante un adversario tan impune y poderoso.

El proyecto apenas comienza, pero en el ánimo de sus fundadores no falta la voluntad de consolidarlo, más allá de las zacandillas, los golpes bajos y algún que otro traspié.

Lo que importa es mirar hacia adelante. Evitar distracciones innecesarias y creer, sin vacilaciones, que se puede avanzar en medio de la tormenta.

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