En la miseria y destrucción que el régimen de la isla ha sumido las ciudades y pueblos de Cuba, a lo largo de casi sesenta años, se constata en una localidad capitalina que fuera en épocas de antaño una zona con un desarrollo socio-económico y cultural en ascenso y que hoy, con el paso de los años y la inoperancia gubernamental, la han convertido en un territorio ensombrecido y en franca decadencia.
Los centros culturales y gastronómicos que una vez distinguieron por su majestuosidad y culinaria, desaparecieron; las edificaciones patrimoniales y la infraestructura vial, colapsan; y los mendigos y desamparados proliferan cada día en sus calles. Todo ello se puede constatar en el Consejo Popular Santiago de las Vegas, perteneciente al capitalino municipio de Boyeros.
Desde el año 1976 del pasado milenio, perdió la condición de municipio, a partir de la nueva división política-administrativa impuesta a los cubanos en aquel entonces por el extinto dictador Fidel Castro. Su nombre original fue Santiago de Compostela de las Vegas y fue fundado en 1725, a unos 19 km del centro de la capital.
Este territorio; de vasta cultura, historia y tradición cuenta con una población aproximada de 25 000 habitantes –según el Censo Oficial- y fue en el pasado una región de esplendor y desarrollo; tuvo el privilegio de ser la primera ciudad en poseer -a pesar de su pequeña extensión territorial- un equipo de hockey hierba, el Centro Nacional de Jockey «Antonio Maceo”, con un estadio deportivo con cancha de césped sintética para la práctica de este deporte. Fue escogida para la construcción del primer polo científico en genética animal.
En el plano económico y patrimonial; este territorio tenía varios complejos industriales que garantizaban el empleo seguro de buena parte de su población y consejos colindantes como: las fábricas de aluminio, vidrios y plásticos, entre otras; así como una amplia red de centros comerciales y de transporte que abarcaba una estación de ómnibus y taxis de alquiler, sin dejar de mencionar sus instalaciones culturales y sitios de recreo como: parques, cine y un complejo recreativo conformado por una sala teatro, pista de baile y clubes nocturnos donde los jóvenes y adultos acudían, casi siempre, los fines de semana a disfrutar de funciones bailables con diversas agrupaciones musicales y tandas dedicadas a los más pequeños de la casa.
Dentro de su extensión territorial, en esta demarcación capitalina se encuentra ubicado el Monumento Nacional “El Cacahual”, sitio donde reposan los restos mortales de los próceres de la independencia cubana del colonialismo español: Antonio Maceo Grajales y su ayudante Panchito Gómez Toro, entre otros.
En días recientes y de visita a esta localidad, este reportero -quien nació y vivió parte de su niñez y adolescencia en Santiago de las Vegas- solo encontró fetidez, destrucción y miseria a su paso; los centros culturales y recreativos están clausurados, la cancha de césped sintética y el estadio de hockey en deplorable estado constructivo, los reconocidos restaurantes (Rincón Criollo y La Tabernita) dejaron de funcionar y hoy solo sirven de bar donde se reúnen personas a consumir bebidas alcohólicas de mala calidad.
Las calles e instalaciones patrimoniales se caen a pedazos y están abarrotadas de desechos sólidos, acumulados en los contenedores y esparcidos por el suelo; pero, lo más triste es ver como proliferan en las aceras los mendigos y desamparados, pernoctando en parques y estaciones de ómnibus y otros pidiendo limosnas en las arterias más concurridas, para poder comer, incluso uno lleva un cartel que ilustra esa cruda realidad de desidia y abandono gubernamental, culpables de sus miserias.
Santiago de las Vegas ya no es la zona próspera y de grandiosidad que recuerdo hace treinta años, la “revolución socialista” se encargó de firmar, con sus desaciertos e indolencia estatal, el certificado de defunción de una comunidad que un día representó esplendor y desarrollo en la capital del país, que según plantean, se prepara para sus 500 años de fundada.