Madrid, 7 de septiembre de 2018
Dirigimos esta declaración a la nación cubana, para llamar la atención sobre la importancia para nuestro futuro, de la participación responsable y reivindicativa en el proceso de modificación Constitucional. Estamos ante la disyuntiva de, por una parte, permanecer inmóviles y apáticos, mientras otros diseñan nuestro futuro, o, por otra parte, convertirnos en los protagonistas de nuestro destino.
En el año 2002, el gobierno, enfrentado por la iniciativa ciudadana conocida como el Proyecto Varela, que llevó ante la Asamblea Nacional del Poder Popular cubana más de 30 mil firmas exigiendo reformas que aún hoy están por hacer, tomó la decisión de modificar la Constitución, en un intento de hacer imperecedero su régimen.
Por aquellos días, la esperanza tenía un asidero. Se sentía ese espíritu entre quienes gestionaron la iniciativa y en las personas que, en medio de un ambiente hostil, decidieron firmar y arriesgar por el cambio.
Existe ahora una oportunidad para recuperar ese momento y espíritu, y para dejar constancia de nuestra decisión soberana. Es el momento de retomar la conducción de nuestras vidas y de nuestra nación.
Tenemos los cubanos una dilatada experiencia sobre el comportamiento del gobierno y sus medios de comunicación. Por eso, no dejaremos en sus manos el manejo de nuestras opiniones. Esta vez las publicaremos en medios alternativos y en redes sociales, las escribiremos en mensajes de texto, las compartiremos con todo cubano y persona de buena voluntad a nuestro alcance, y entonces les será muy difícil silenciarnos. Tienen todo el poder y los instrumentos represivos, pero no contarán con nuestra apatía ni con nuestro silencio. Si el gobierno sigue por ese camino, lo hará en contra de nuestra opinión y voluntad manifiesta, porque nuestra decisión es ser libres.
Estaremos muy atentos a este proceso, que debería arrojar un texto respetuoso de los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales, y de las libertades individuales.
Si el gobierno no tiene en cuenta las reivindicaciones y los legítimos intereses de los cubanos, entonces, la única alternativa frente al proyecto de Constitución será el NO, que significa un SÍ al futuro.