Para una acción, varias opiniones

Una frase popular reza: “El camino del infierno está lleno de buenas intenciones”; habría que añadir: en definitiva, el que lo sigue llega al lugar no deseado. Los años que transmiten mucha experiencia –aunque hay quienes no la ponen en práctica- le permiten a cualquiera alejarse de las malas influencias; a veces estén llenas de justos propósitos.

Esto quizás fue lo que sucedió con el Embajador de España, Excelentísimo señor Juan José Buitrago de Benito, durante una visita oficial que efectuara –de manera reciente- a la provincia de Santiago de Cuba; y que, sin lugar a dudas, venía acompañada de su presencia en el cementerio de Santa Efigenia.

Este cumplido ha traído diversas opiniones, pero en su casi totalidad, criticando al diplomático. Y es que hay que recordar los vínculos de España con Cuba, lo que hace que los que nacimos en esta isla, seamos muy susceptibles con los españoles, en particular porque por una gran cantidad de cubanos corre por las venas la sangre de la “Madre Patria”.

En similar visita de cualquier otro embajador, no solo de países de la Unión Europea, pero incluso de América o África, nadie le prestaría mucha atención. Ni tan siquiera resultó tan ignominioso para nuestro pueblo la presencia del Rey de España, Juan Carlos, durante las exequias del dictador, en el año 2016; algo que pasó de forma muy discreta.

Sin embargo, allí en “La Piedra”, estaba la prensa oficial en la persona de un periodista del diario oriental Sierra Maestra, que ni lento, ni perezoso, retrató a su Excelencia, posando delante del monumento del petrificado “Comandante” y no faltó la inmediatez para publicarlo.

Muchas personas se han sentido ofendidas y me cuento entre ellas, pienso que era innecesario un gesto como este, a pesar de los vínculos oficiales entre España y Cuba, quizás habría que haber reflexionado sobre visitar esta provincia, sabiendo que tendría que tropezar con esta “piedra”. Al igual que otras personas manifesté mi desacuerdo en las redes sociales; algo a lo que tenemos derecho todos, algunos “ofendieron” al diplomático, lo que considero falto de educación y hasta vulgar, porque se puede disentir, sin tener que utilizar palabras soeces ni socavar la dignidad de las personas.

Pero ese es un lado del problema, habría también que analizar el otro, poniéndose en la piel del señor Embajador. Sin dudas él debe sentir en estos momentos todo el desprecio que ha ocasionado su acción, no solo en la isla, sino en aquellos que están en el exilio, producto de la dictadura e incluso en algunos españoles que siguen muy de cerca la situación cubana y que tienen hasta cargos en el Parlamento de su país.

El distinguido señor Juan José, sin embargo, debe estar considerando que su proceder fue correcto, producto de las relaciones bilaterales que lo llevan a determinados protocolos que debe cumplir. En fin, debe sentirse inocente por esta ofensa, aunque cualquiera se atrevería a asegurar que como una persona proveniente de un país democrático, no debe tener ningún tipo de admiración por el difunto dictador, ni mucho menos ser “fidelista” ni “comunista”; solo pensó que hacía su trabajo.

Entonces tenemos dos puntos de vistas diferentes, los que han llevado a un gran revuelo en los medios y de manera desafortunada han traído ofensas, tanto a una persona que representa al gobierno español como al pueblo de Cuba.

No creo que el Embajador esté en condiciones de pedir disculpas, en primer lugar, porque seguro considera que no ha hecho algo de lo que deba excusarse, pero más difícil aún porque esto traería problemas en las relaciones entre ambos países. A lo que habría que añadir que estos momentos, son en particular extremos, ya que se ha constituido un grupo de trabajo para la creación de una institución que conserve y difunda la memoria de “La Piedra”.

En lo que va de año, la Unión Europea, de la que todos conocemos forma parte España, ha tenido algunos “tropiezos” que han devenido en circunstancias desagradables para el pueblo de Cuba. Aunque hay que respetar el camino del diálogo que han elegido con el régimen, sería bueno recomendarles que tengan en consideración, como siempre plantean que el objetivo fundamental es la sociedad cubana, que las decisiones que tomen, sus declaraciones, sus comparecencias públicas, no sean agraviantes para los naturales de nuestro país, ya estén aquí o en el exterior.

Si bien es cierto que tenemos sobre nuestros hombros la responsabilidad de haber soportado la dictadura durante 60 años, así como que la libertad que debemos alcanzar está solo en manos de los cubanos, es necesario recordar que democracia es democracia y que este régimen, con las manos tan manchadas de sangre, aunque de hecho está reconocido por todos aquellos países que tienen relaciones diplomáticas con él, no merece ser apoyado por los que de verdad tienen gobiernos que trabajan para el bienestar de sus pueblos.

El Excelentísimo Señor Embajador, como persona inteligente y adecuada a su cargo, debe haber sacado sus propias conclusiones sobre este hecho, que ojalá –sin borrarse de la historia- quede atrás. En el caso de los opositores es preciso ligar a la política, la cordura del lenguaje, las ofensas innecesarias, no nos dan más la razón sobre algún problema, por el contrario, nos convierten en personas vulgares comparables con la oficialidad que ha tratado siempre de menoscabarnos. Es importante que las dos partes reflexionemos sobre este incidente.

Producto de la libertad de expresión, habrá quien apoye lo que aquí expreso y también quien piense que le tiro una toalla al Embajador, lo que no creo que esta personalidad necesite. Sin embargo, en realidad hay un solo propósito –y quisiera que quedara explícito- llamar a la reflexión de ambas partes

La Habana, 1ro de marzo de 2018

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