MIAMI, Estados Unidos. A Henry se le hace difícil hablar a voz baja, pero tras unos pocos minutos tratando de regular el volumen de su voz y ocultar el acento caribeño, estalla en una explosión de voces y risas que desnudan sin matices el origen isleño que inútilmente trataba de esconder.
“De Guanabacoa, La Habana, chico”, exclama, cuando se le pregunta de qué lugar de Cuba es.
Con unos 40 años o más, algo rollizo y alto, Henry, o como quiera que sea su nombre verdadero, dice ser posiblemente uno de los últimos isleños que viajó de La Habana a Nicaragua con fines de comercio y ahora se encuentra varado en un hostal discreto de la capital nicaragüense, dudando si regresa ahora mismo o se queda unas semanas más esperando nuevas noticias sobre el coronavirus que afecta al mundo.
“Acá se me está agotando la plata, pero dice mi familia que si regreso a Cuba me pueden poner en cuarentena por la enfermedad y es algo que yo no quiero. Yo estoy sano y acá donde me ve, me estoy cuidando y por eso no quiero hablar alto, porque sé que el bicho ese se transmite en la saliva, pero usted me hace hablar”, reclama ahora.
Testimonio desde el anonimato
Ha accedido a hablar bajo la misma condición de todos los cubanos que se atreven a hablar con la prensa independiente: desde el anonimato y sin requerir información que le pueda acarrear problemas aquí en Managua y allá en Cuba.
Vino en la última semana de febrero y es su segundo viaje a Centroamérica. El año pasado estuvo por agosto unas semanas y aprovechó para comprar aquí para revender allá. “Una mula”, pues, explica Henry.
Las ganancias de ese primer viaje le ayudaron a costear el segundo vuelo de Conviasa a Managua y ahora cree, razonablemente, que podría ser el último. Y por muchas razones: los vuelos de Conviasa a Nicaragua se han visto afectados por las sanciones que Estados Unidos impuso a la aerolínea venezolana que ofrecía, a criterio de Henry, los boletos más bajos en comparación a otras aerolíneas internacionales.
Además de ello, por alguna extraña razón que no sabe explicar, piensa que el beneficio temporal de compra y venta de bienes y dólares que se les permite desde 2018, podría acabar este año. “Todo se empieza a poner difícil camarada”, dice seriamente.
Echa anclas por coronavirus
Y la última razón, es la cual lo tiene varado en Managua: el coronavirus.
Sabe que su gobierno ha restringido la salida del país para evitar que regresen contagiados, y según le han dicho sus parientes allá, a los cubanos que están regresando los examinan y aíslan temporalmente para evitar que propaguen la enfermedad.
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