La desinformación del propio gobierno sobre el país y la ausencia de actualización de la poca información que ofrece es uno de los graves problemas en el enfrentamiento a la epidemia.
El sistema sanitario tiene una infraestructura desvencijada desde hace 30 años. Los hospitales, al igual que el resto de la infraestructura están en condiciones constructivas muy precarias, falta de agua, precariedad en la limpieza, medicamentos intermitentes, insumos médicos precarios, bajos salarios, y lencería a cargo de la familia además de una comida pobre. El transporte público es mínimo y las ambulancias prácticamente no existen.
Las fotos del sistema hospitalario cubano son bien diferentes entre la prensa oficial y la prensa independiente: las primeras son tomadas en centros “especiales” para turistas extranjeros, cuadros del partido y el estado; la prensa independiente y los testimonios ciudadanos, nos muestra unos hospitales paupérrimos y baños insalubres, que son los que atienden al resto de la población.
Según cifras oficiales, en los últimos 10 años ha disminuido el personal de la salud un 22%, y aunque ha aumentado el número de médicos, unos 30,000 colaboradores, prestan servicio en 61 países. Estos son exportados por el gobierno para convertirse en la segunda fuente de ingresos del país. El indicador del número de médicos por habitante para el 2015 era similar al del año 1993, señalado como el peor de la crisis.
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