Ni pluralismo político, ni libertad de expresión, ni respeto a la voluntad del pueblo expresado en las urnas se plasmarán en este documento.
Comienza el mes de noviembre y con ello concluyen en estos días, el calendario de las asambleas para debatír el Proyecto de Ley de Reforma Constitucional, documento éste elaborado por un grupo de diputados seleccionados por la dirección del Partido Comunista de Cuba, presidida por su primer secretario, General Raúl Castro Ruz.
Nunca las luces de esperanzas estuvieron encendidas, ni los más incautos fueron llevados abrigar el sueño de futuros cambios, como exige la comunidad internacional y es un reclamo de la época.
Hay muchos aspectos en esta propuesta de modificación, que hay que esperar por el desarrollo de los acontecimientos.Veremos en la práctica si el Poder judicial es independiente, que los jueces actúan de acuerdo a las leyes vigentes, que la apliquen según lo estipulado, que se haga efectivo el recurso de Habeas Corpus, que se respete la integridad física de las personas, que dejen de existir las detenciones arbitrarias, la tortura, las escuchas telefónicas, los registros de domicilios sin el permiso correspondiente.
Se espera que este proyecto sea aprobado por unanimidad por la Asamblea Nacional o mejor dicho (Fórum de dirigentes comunistas) un enclave alejado de la voluntad popular y que obedece fielmente las órdenes que le dictan.
Ni pluralismo político, ni libertad de expresión, ni respeto a la voluntad del pueblo expresado en las urnas se plasmarán en este documento.
Las luces parece que no se encenderán.
