Trasfondo
La mujer cubana ha sido, durante los últimos 60 años, un sector vulnerable dentro de la sociedad porque sobre ella recae el peso de la atención a la familia y la provisión económica. En un país de frágil economía, donde se dificulta conseguir alimentos y otras necesidades básicas, son las féminas quienes se encargan de hacer largas colas para conseguirlos. A la vez, muchas contribuyen con el sustento económico familiar, lo que las obliga a mantener una doble jornada (en sus trabajos y haciendo las labores hogareñas), sin las facilidades con que cuenta la sociedad moderna. La discriminación de la mujer cubana está latente en la población y engloba el conjunto de actitudes, conductas, prácticas sociales y creencias destinadas a promover la superioridad del hombre, llegando incluso a provocar violencia de género y feminicidios.
La crisis provocada por el coronavirus Covid-19 vino a recrudecer la situación de las mujeres, porque ha tornado más difícil la adquisición de alimentos para el consumo familiar. Se han extendido por horas las esperas en las colas y muchos centros laborales han cerrado. Esto ha dejado a sus trabajadores sin la posibilidad del desvío de recursos, que es, a fin de cuentas, la verdadera entrada económica de las familias, debido a los bajos salarios que se perciben en la isla. Todo eso, unido a las alteraciones psicopatológicas desarrolladas por la cuarentena y el aislamiento social, han traído un aumento considerable en la violencia doméstica, tanto física como verbal.
Repercusión en las mujeres de la tercera edad
El envejecimiento poblacional es en Cuba un problema que afecta a la sociedad. Según cifras oficiales del Anuario Demográfico, al cierre de 2017 este sector de la población alcanza el 20,1%. Lo que significa, en términos absolutos, unas 2 246 799 personas, que hoy forman parte de la llamada tercera edad. Entre ellos están las mujeres, que ante la crisis sanitaria que vive el país se han vuelto más vulnerables. Para comprender las dimensiones del fenómeno nos enfocaremos en tres aspectos fundamentales que se han agravado: la situación familiar, la financiera y las enfermedades crónicas.
Situación familiar
Debido al déficit habitacional en Cuba, que el gobierno estima en 929 695 viviendas, muchas de las mujeres de la tercera edad se ven obligadas a convivir con varias generaciones en condiciones de hacinamiento, lo que potencia fricciones entre los miembros de la familia. Las cifras oficiales también arrojan que el 71% son jefas de sus hogares y cargan con el peso de la familia. Además, el 23% se encarga del cuidado de otros adultos mayores. En 2012, el 70% manifestaba haberse sentido maltratada de alguna forma. Durante la situación actual de cuarentena, impuesta por el gobierno en el mes de marzo, la interacción familiar se ha vuelto más complicada para estas féminas, porque el estrés agudo, la escasez de alimentos o productos básicos y la convivencia permanente favorecen el maltrato en el 1 506 852 hogares donde conviven. Mención aparte merecen los ancianos que viven solos y representan el 17,4% de las personas de la tercera edad. Ellos se ven obligados a correr el riesgo de contagiarse con el coronavirus al salir de sus hogares en busca de alimentos, aseo o medicinas.
Situación financiera
Las mujeres de la tercera edad dependen económicamente de la jubilación y pensiones, que oscilan entre los 10 y 20 dólares mensuales. El 93% recibe apoyo financiero de sus familiares para subsistir. En la actual crisis se han duplicado los precios de los productos de primera necesidad, lo que conllevó a una caída del nivel adquisitivo de la población, sufrida aún más por las ancianas que se han visto obligadas a reducir drásticamente el contenido calórico de sus dietas.
Enfermedades crónicas
Según cifras oficiales, el 80,6 % de las personas de 60 años y más padece al menos de una enfermedad crónica que necesita tratamiento médico. La situación económica actual, a raíz de la crisis por el Covid-19, ha traído aparejado un déficit de medicamentos que afecta a las mujeres de la tercera edad. La ausencia de 84 renglones del cuadro básico de medicamentos, disminuye la calidad de vida de las personas que conviven con padecimientos y pone en riesgo su propia vida.
Repercusión en las mujeres de hogares disfuncionales
Cuba vive una crisis de valores que se adentra también en los principios familiares, afectados por el daño antropológico. La sociedad en la isla está permeada de familias disfuncionales que ponen en riesgo a las féminas. La disfuncionalidad familiar se puede entender como un patrón de conductas adaptativas e indeterminadas, que presenta de manera permanente uno o varios integrantes de una familia. En estas existen niveles mayores o menores de situaciones conflictivas, como el consumo de drogas (lícitas o ilícitas) y la violencia intrafamiliar, que pueden llevar a la ocurrencia de hechos violentos, entre ellos el feminicidio.
En la actual cuarentena, el estrés psicológico del aislamiento, la falta de alimentos y los problemas económicos agravan la disfuncionalidad familiar, causada por el hacinamiento, la promiscuidad y la actividad ilícita como medio de sustentación familiar. A esto se une el consumo de alcohol, que se ha vuelto una práctica común después de que muchos centros laborales cerraran sus puertas. En ese ecosistema, las agresiones verbales y físicas proliferan contra las mujeres. Muchas son, además, el sustento de su familia y se han visto reducidas sus posibilidades económicas. A pesar de que el gobierno les ha mantenido el salario íntegro el primer mes (después se estableció el cobro del 60%), el sustento real lo obtenían de las regalías o el desvío de recursos de sus centros laborales. La situación está agravada por el encarecimientos de los productos básicos.
Violencia contra la mujer y feminicidios
Aunque el gobierno se ha empeñado en ocultar la vulnerabilidad de la mujer, la realidad demuestra que a diario muchas son víctimas de la violencia doméstica, que termina, incluso en feminicidios. En 2019, el gobierno reconoció ante la CEPAL la existencia del fenómeno en la Isla. Aún con dudosos datos, informaron que en 2016 fueron asesinadas 50 mujeres. Las cifras son mucho mayores cuando se cotejan con medios de prensa independientes y testigos presenciales en las redes sociales.
Estos hechos violentos que el Estado cubano ha tratado de ocultar, en vez de darle solución, se han disparado durante el periodo de cuarentena por el Covid-19. Las condiciones se han unido para crear la tormenta perfecta en detrimento de la mujer cubana. Entre ellas, podemos destacar que algunos factores desencadenante de la violencia son:
- El estrés psicológico debido al aislamiento
- La falta de alimentos
- Problemas económicos
- Disfuncionalidad familiar
- El hacinamiento
- La promiscuidad
- La actividad ilícita como medio de sustentación familiar
- El consumo de alcohol
En conclusión, los feminicidios fueron precedidos de una marcada disfuncionalidad familiar, donde el hacinamiento, la promiscuidad y la economía familiar sustentada por medios ilícitos, son las principales características facilitadoras de eventos violentos. Lo todo lo anterior, añadido al consumo de alcohol, son factores desencadenantes del paso al acto, predominando el vínculo de pareja y la tipología de “víctimas provocadoras” dentro de la criminodinámica.
Fuentes usadas
http://www.unjc.co.cu/prensa/qu-medidas-adopta-cuba-para-atender
http://www.revsexologiaysociedad.sld.cu/index.php/sexologiaysociedad/article/view/465/507.
http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0864-21252018000200010
https://www.sinpermiso.info/textos/el-primer-dato-sobre-feminicidios-en-cuba