Han pasado casi sesenta años desde que el extinto dictador Fidel Castro declarara -de manera pública- en uno de sus innumerables, maratónicos e interminables discursos que: “en la naciente revolución cubana no habría cabida para la indigencia social y que a todo cubano la revolución le daría la atención social necesaria que terminaría con esa plaga social y desinfectaría las calles de vagabundos y mendigos”.
Esa proyección manifestada por el difunto autócrata ha resultado uno más de los incontables fiascos que a lo largo de varios decenios ha venido cosechando el desastroso modelo socialista, impuesto a los cubanos y hoy, un ejército de mendigos inunda los parques, avenidas y portales a lo largo y ancho del verde archipiélago cubano.
Es habitual transitar por las calles de cualquier municipio o ciudad del país y encontrar a una persona que antes formó parte de la sociedad como un profesional, ya sea en el área de la salud, deporte, educación, construcción civil o un ex militar y veterano de las guerras en suelo africano, durmiendo en un parque, portal o estación de ómnibus.
Hay que decir que estos casos, no solo se limitan a las transitadas y concurridas principales arterias de la capital como son: Belascoaín, Infanta, Galiano y Prado; ahora, a ese nutrido y creciente ejército de benéficos se les puede apreciar lo mismo en la calzada de Santa Catalina que en la estación de ómnibus de Santiago de las Vegas e incluso, en lugares tan concurridos como el céntrico Centro Comercial de 3ª y 70, ubicado en el reparto habanero para extranjeros y diplomáticos, nombrado Miramar y esto solo por citar algunos ejemplos, y, en todos los casos prima el mismo común denominador, derivado de la miseria existente y la “desidia gubernamental”.
Ante esta calamitosa situación, el régimen y sus instituciones para la asistencia social, han optado por actuar de manera exacta a lo que hizo su difunto “Comandante en Jefe” y en vez de dar amparo y cuidados a este grupo etario –como había prometido y no cumplido- , cada cierto tiempo realiza con la colaboración de agentes de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR), operativos de limpieza en las calles, solo que en vez de recoger desechos sólidos, lo que recolectan son personas convertidas por obra y gracia de la “Revolución” en desechos humanos; los cuales, una vez arrancados de la calle -en muchas ocasiones de forma violenta- son conducidos a centros de reclusión para vagabundos y que cínicamente nombran “Centros Provinciales de Atención Social”.
Uno de estos siniestros reclusorios para marginados se encuentra ubicado en las afueras del reparto las Guásimas en el capitalino municipio Cerro, allí, según refieren personas que no son ajenas al lugar, la corrupción administrativa sobrepasa las expectativas y la atención a los “inquilinos” es deplorable.
Otros, han manifestado preferir estar presos en el Combinado del Este –reclusorio de máxima seguridad a las afueras de la Habana- que estar internado en el supuesto centro de atención social Las Guasimas por las crueldades que allí se viven.
A pesar de que el régimen nunca ha hecho públicas las cifras oficiales de mendigos existentes en cada una de las provincias, se estima que estos están en la cuenta de miles en todo el país, lo cual sería un dato contraproducente para ofrecer, considerando lo que por años han proyectado a la comunidad internacional los oficiales medios de comunicación, que por años, han utilizado el discurso de la nomen”k”latura para insistir en exportar la idea de que en Cuba no existen los desamparados; convirtiendo esas afirmaciones es una de las tantas falacias que contrasta con la realidad en la que viven miles de ciudadanos comunes en la isla que conformar una hueste sin uniforme, pero con hambre y harapienta, cuyo único objetivo consiste en sobrevivir a la cruda realidad que enfrentan, en un sistema que juró por sobre todas las cosas -hace sesenta años- erradicar ese flagelo.