Los más viejos recordamos todos los procesos por los que han pasado los horarios de trabajo, incluyendo el momento en que se tuvo «horario de conciencia» y no se marcaba tarjeta en los centros laborales, hasta que después surgió el extremo de descontar en la nómina los minutos de llegada tarde. Con posterioridad se planteó la aplicación de los horarios escalonados, lo que permitía quitar un poco la cantidad de personas que salían a la calle por diferentes motivos de una sola vez; pero igual que todo no duró lo suficiente, porque aquí nada tiene fijador.
En el salón de espera de un hospital del municipio Plaza, una señora le daba el almuerzo a su mamá y al ver que todos la miraban, comentó: «Nosotras salimos desde las 6 de la mañana de la Lisa en un carro que nos costó 5.00 CUC (125 pesos moneda nacional), llegamos aquí sobre las 6:30 y mira la hora que es y aún estamos esperando. Por eso yo le traigo su desayuno, almuerzo y merienda pues no sabemos a qué hora entraremos a la consulta». Por su parte la anciana madre postrada en un sillón de ruedas enfatizó: «Cada vez que ella me trae, pierde el día de trabajo, pues como pueden ver me falta un brazo y una pierna; soy diabética y por eso tengo que asistir a consultarme con el angiólogo. Además tenemos un gasto muy alto que no podemos permitirnos pues somos pobres, solo por traerme y llevarme tenemos que gastar 10 CUC, porque los almendrones (taxis colectivos) no pasan por mi casa, aunque tampoco cargarían con el sillón de ruedas».
Este es uno de los casos en que vendría muy bien aplicar el uso del horario escalonado para los enfermos, y así se evitaría que se acumulen en los salones de espera y además pierdan su tiempo y dejen de ser pacientes para convertirse en impacientes.
Por su parte, el médico en cuestión, me explicó al respecto: «El horario escalonado es muy cómodo porque no se acumulan los pacientes, pero comienza a las 8:00 de la mañana y termina a las 4:30 de la tarde; se supone que yo concluya la consulta al medio día. Cuando nos tenemos que transportar desde nuestras casas a policlínicos lejanos, porque los médicos especialistas que trabajamos en hospitales, atendemos también a la toda la población que pertenece a ese centro médico, para nosotros también es una tortura».
Este mal no es solamente de la capital de todos los cubanos; es algo generalizado en todo el país y si se repartieran los turnos por horas los salones de espera no estarían en las condiciones que se ven, llenos de personas y sería también mucho más fácil el transporte y las personas accederían a los servicios sin perder tanto tiempo.
A veces, es incluso un problema de la empleada que otorga el turno, que le dice al paciente por ejemplo: «le toca a las 11 de la mañana, pero le recomiendo que venga temprano».
No hay ni que explicar que por esta mala organización los trabajadores pierden el día completo cuando tienen una consulta médica, lo que sin lugar a dudas es otro aspecto más que se añade a los graves problemas que hay en la economía.
Todo esto forma parte del desorden que existe en la economía y en particular en los servicios médicos y la corrupción que propicia el abandono en el cumplimiento de las funciones de los que se suponen que dirigen el país. Es el círculo vicioso en que comienza y termina todo en Cuba.
La Habana, 6 de junio de 2017