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Debemos asumir nuestra responsabilidad ciudadana

El gobierno cubano ha convocado  para el próximo sábado 2 de junio  una reunión extraordinaria de la Asamblea Nacional del Poder Popular en la cual se aprobará el proceso de reforma constitucional, proceso que en alguna parte de su recorrido deberá ser refrendado.

Los cubanos, luego de 59  años de reivindicación de nuestros derechos, no tenemos ningún motivo para la ilusión que significa esperar a que el gobierno cubano, sin más, inicie una transición democrática, a partir de esta convocatoria. Pero tan dañino como el voluntarismo o la ingenuidad política es el hecho de creer que la inacción y la renuncia a influir en la agenda política del país generarán  por sí mismas una transición. La parálisis política de los demócratas o la dinámica de la denuncia sin propuestas no son del todo justificables aunque las mismas ayuden a dejar en evidencia la falta de voluntad política del gobierno. ¿O es que alguien espera más evidencias después de 59 años?

No hay derecho a permanecer impasibles ante la ausencia de perspectivas frente a tanta miseria. A la más exigua posibilidad de sensibilizar convencer y/o movilizar a nuestros compatriotas en la necesidad urgente de cambiar el estado actual de cosas  hay que actuar sin excusas en la proposición y construcción de alternativas.

El futuro de nuestra nación corresponde que lo  diseñemos y construyamos entre todos los cubanos. Toca ahora decidir por nosotros y para nosotros el país que necesitamos y queremos. Un nuevo contrato social deberá surgir de este proceso  para que no sea otra prolongación de la angustia existencial que agobia al cubano.

Este momento  es un momento inédito  para nuestra nación y especialmente dentro de la liturgia revolucionaria. Es  la primera vez que se intentará una modificación constitucional luego de la imposición  del “carácter irrevocable del socialismo” en el año 2002 como respuesta al PROYECTO VARELA, y se  realizará cuando las estructuras de poder en Cuba se encuentran inmersas en un proceso de sucesión, momento en el cual las expectativas suelen exacerbarse.

Creo que resulta realmente importante aprovechar la etapa  que se abrirá, para levantar en los cubanos la convicción de que una Cuba próspera  es posible, precisamente porque depende de nosotros.

Debemos asumir nuestra responsabilidad ciudadana en este momento, que exige madurez política para no  permanecer inamovibles en este proceso de modificación constitucional porque esa actitud encarna conceder al gobierno la facultad de diseñar nuestro futuro.  El gobierno siempre podría hacerlo desde el control total que posee sobre las instituciones y los ciudadanos. Que lo haga entonces, pero esta vez tendrá que hacerlo en contra de nuestra voluntad manifiesta.

Exhortamos a la comunidad democrática internacional a exigir transparencia en este proceso que regirá el futuro de la nación cubana, teniendo en cuenta que ningún pueblo en libertad ejerce su voto para optar por la injusticia la pobreza y la marginación.

Exhortamos a nuestro pueblo al análisis sosegado de la situación en que nos encontramos como nación, y a decidir de una vez  y para siempre con todos y para el bien de todos.

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