Anderlay Guerra conoció la Shakira en el Combinado de Guantánamo, donde estuvo preso entre 2005 y 2009 por “intento de salida ilegal del país”. No se trataba de una mujer, sino de lo que llamó “el peor método de tortura en ese lugar“. Consiste en esposar al reo por la espalda, de pies y manos, para que quede inmovilizado sobre el piso de la celda. Es “una posición muy incómoda —describió Guerra—, y cuando haces algún movimiento, mueves las caderas, imagínate cuánta ironía”.
Guerra, periodista independiente, dijo que vio hombres orinarse y defecarse encima tras 24 y 48 horas así. “Esa tortura tiene modalidades“, detalló. La cadena que une manos y pies puede ser más o menos acortada; en el caso de que la tensen mucho, el hombre queda solo con el pecho pegado al sucio, húmedo y pestilente suelo por donde transitan insectos y roedores.
El uso prolongado de esposas como forma de tortura ha sido ampliamente denunciado por la disidencia, especialmente la variante de la Shakira.
Si en el nacionalsocialismo los motivos étnicos eran fundamentales en la represión del Estado, bajo sistemas comunistas como el cubano lo son los ideológicos, y parte de la población disidente es carne de torturas o tratos degradantes. Lejos de la narrativa idílica sostenida en parte del planeta, en la construcción del socialismo cubano la tortura es un ladrillo más.
La Shakira y otras variantes del uso prolongado de esposas
Otra versión de la Shakira incluye suspender al recluso “del techo del calabozo cogido con las cadenas”, algo que provoca laceraciones en la piel, especialmente en muñecas y talones.
“La decisión de soltarlo la toman los carceleros cuando ellos entienden; si el preso es muy ‘rebelde’ o la ‘falta’ es considerada muy grave, entonces lo tienen más tiempo así“, dijo Guerra. Según su experiencia, el ensañamiento es mayor con los presos políticos que gritan consignas contra el Gobierno o hacen huelgas de hambre para exigir asistencia médica o los llamados “derechos carcelarios”.
La práctica no es nueva. Francisco Osorio, opositor guantanamero que estuvo preso en 1992, ya oía hablar de la Shakira, también llamada Balancín. Sin embargo, no solo en el tiempo, sino también en el espacio parece estar bien extendida esa técnica de tortura en el sistema carcelario del régimen cubano.
Guerra escuchó que era practicada en las cárceles Kilo 8, en Camagüey, y Boniato, en Santiago de Cuba, “y después llegó a Guantánamo”.