Más de treinta años han transcurrido desde que el fallecido ex dictador cubano Fidel Castro emprendiera su populista y ambicioso plan de construcción de consultorios médicos para la familia cubana en todos los rincones de la geografía; empresa que materializaría apenas un quinquenio después valiéndose de la ayuda de los “benefactores” aliados soviéticos; solo que a pocas décadas de iniciado la obra social que supondría un beneficio para el pueblo, esta se destruye aceleradamente y perdiendo en la mayoría de los casos el objetivo social para que fue creada.
De esta manera sucede en un territorio de la provincia Artemisa, en Güira de Melena, municipio al sur del joven territorio, la construcción de los consultorios médicos para el beneficio de la familia comenzó a mediados de los años ochenta del pasado siglo, con un cronograma de planificación para la edificación de alrededor de cuarenta de estas edificaciones, dispersas por diversas arterias del casco urbano y las zonas rurales del municipio.
Estos dispensarios médicos fueron diseñados para una construcción -en su mayoría- con estructura de dos pisos, donde la planta baja serviría para dar atención medica primaria a los habitantes de la zona; en sus inicios fueron dotados de una amplia gama de instrumental clínico importado de la extinta URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) además de equipos de refrigeración, esterilización y mobiliario que supondría confort en el trabajo del personal médico designado para esta empresa.
La planta superior del inmueble en cada consultorio, sería el lugar de residencia del médico acreditado que estaría presto para dar atención a los pacientes, bajo su cuidado, a cualquier hora del día. ¡Así fue en un comienzo!
En nuestros días -y con el paso de los años- estos “consultorios médicos para la familia” perdieron en la mayoría de los casos su objeto social, como sucede en muchos de los proyectos masivos llevados a cabo por el régimen cubano; las promesas de mejorar la calidad de vida del pueblo fluctuaban según fuera girando los caprichos delirantes del fallecido “coma-andante” y sus relaciones políticas con los demás países.
El colapso de la obra social de salud se inicia a principios de los noventa, cuando la insostenibilidad del proyecto se hizo evidente y más palpable con la caída estrepitosa del campo socialista y con ello el corte radical del “suero” financiero que la dictadura cubana recibía.
Los servicios comenzaran a deteriorarse estructuralmente, con ello llegaría la escasez de material y personal médico para suplir la función. Ya para fines de la década de los noventa, la crisis desatada con este proyecto social se agudiza, la nueva alianza entre el militar golpista venezolano devenido presidente: Hugo Chávez y Fidel Castro dio la estocada final a esta empresa. La implementación de las mal llamadas “misiones y colaboraciones medicas” dejaron sin personal especializado el sistema de salud cubano y por ende los “consultorios” quedaron sin doctores para atender a la desprotegida población cubana, algo que aún perdura y toca bien de cerca al cubano de a pie.
En la actualidad; en esta demarcación de la geografía artemiseña, el 70 % de estas mini- clínicas están sin funcionar, en la mayoría de los casos debido al déficit de doctores –a pesar de contar según el régimen con la tasa más alta de médicos per cápita por habitantes en el planeta.
Los consultorios que una vez se crearon para beneficio de la población, pasaron a ser inmuebles canjeados a doctores -que cumplieron “misiones” en el extranjero- por el dinero acumulado durante el período de servicio en países aliados; y los pocos que aún continúan en funcionamiento, se encuentran sin medios, ni recursos para tal empeño y solo cuentan con la presencia del personal especializado (médico y enfermera) que carentes de lo más mínimo necesario, se limitan -en un breve espacio de tiempo. a la semana- a atender a personas en lo fundamental de la tercera edad que tienen que realizar largas filas (colas) para que un doctor que no es el que habita el dispensario pueda atenderlos en consulta, obligando sin opción al resto de la población a dirigirse al policlínico municipal ante una urgencia.
No obstante, hace apenas unos días, la dictadura ha anunciado el envío de 500 médicos adicionales a Venezuela.
En fin, este es otro de los proyectos “revolucionarios que solamente el régimen magnifica en su habitual propaganda mediática, a pesar de que fue el propio Fidel Castro quien firmó el certificado de defunción de los consultorios médicos varios años antes de morir, algo que a todas luces jamás aceptarán reconocer.