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Carta abierta al Sr. Donald Trump, presidente de los Estados Unidos de América

Distinguido Señor,
Reciban Ud. y su respetable familia nuestro sincero y cálido saludo.

Sr. Presidente, en momentos en que muchos esperamos el anuncio de la política que seguirá su administración hacia Cuba, me dirijo a Ud. como responsable del mayor movimiento opositor de Cuba y como ciudadano preocupado por el futuro de mi patria, que ve en EEUU al mejor amigo del pueblo cubano y al primer defensor de la libertad y la democracia en el planeta.

Cuando en diciembre de 2014 se anunció la política que su predecesor, Barack Obama, había decidido seguir respecto a Cuba, nuestra organización, la Unión Patriótica de Cuba, después de un profundo análisis, decidió apoyar el proceso de acercamiento. Por varias razones creímos y seguimos creyendo que en esos momentos ésta era una idea inteligente que merecía ser desarrollada. En el peor de los casos, la nueva postura de la administración norteamericana arrojaría luz sobre cuáles debían ser los próximos y más efectivos pasos a seguir.

Los importantes gestos de buena voluntad del Sr. Obama destruirían la vieja y falsa justificación del régimen castrista de que EEUU es el principal responsable de la profunda miseria en que vive nuestro pueblo. Pensábamos igualmente que el dictador Raúl Castro podría haber optado por actuar con un mínimo de cordura, y que por sus deseos de profundizar las relaciones con EEUU y la Unión Europea, en busca de beneficios económicos, disminuiría su represión contra los opositores pacíficos y los periodistas independientes de nuestro país. Pero la realidad ha sido otra.  La tiranía castrista se ha estado beneficiando de la buena voluntad del gobierno estadounidense sin ceder un ápice en su actitud represiva. Ante la falta de presión real por parte de EEUU y la UE, el régimen castrista ha incrementado la represión contra los demócratas cubanos como no se había visto en muchos años.

Durante el último año se ha triplicado el número de prisioneros políticos. Nuestros presos son sometidos a golpizas y torturas a un grado superior al padecido en los últimos catorce años. En 2016 y 2017 aumentaron de manera significativa la persecución, las detenciones arbitrarias, las golpizas, los allanamientos y los robos de las “fuerzas del orden” en hogares de opositores pacíficos. Por si fuera poco, las restricciones y el acoso al ¨trabajo por cuenta propia¨ echan por tierra el optimismo de aquellos que esperaban al menos una mayor libertad económica.

En las circunstancias actuales, la lucha por la democratización de Cuba se hace muy difícil sin el decidido apoyo de EEUU.  Algunos ingenuamente creen que se puede avanzar hacia la democracia participando en el “proceso electoral”, impuesto por el régimen. Pero, ¿Quién puede pensar, cuando asaltan tu hogar, te golpean, roban la comida de tus hijos y te encarcelan y torturan solo por intentar desarrollar una actividad didáctico-recreativa para niños, que el régimen va a permitir a los demócratas verdaderos obtener cuotas reales de poder político en su entramado totalitario?

Durante más de medio siglo nuestra nación ha sufrido un régimen totalitario de carácter estalinista. Todos sabemos que no se sale de un régimen de ese tipo a menos que los herederos del poder abandonen el control y la represión, y que el mundo democrático apoye decididamente a quienes luchan por la libertad.

La política, como la medicina, exige tratamientos efectivos. El castro-comunismo es un peligroso germen que produce grave infección, al que hay que combatir con efectivos “antibióticos”. Contra el castrismo se precisan tratamientos que impidan su propagación a otras naciones —Venezuela y Nicaragua, por citar dos ejemplos— y que propicien su completa eliminación en la nación donde más daño ha causado: Cuba.

Somos conscientes de que la principal responsabilidad en la lucha contra el castrismo es de nosotros los cubanos, por ser los que más lo sufrimos. Pero en un mundo donde los tiranos se apoyan mutuamente, necesitamos ayuda de los países democráticos para acabar con la dictadura. Por una cuestión moral y también práctica, los amantes de la libertad y las democracias de todo el mundo deberían apoyar todo lo posible a quienes luchamos contra el totalitarismo.

Algunos se muestran preocupados por los millones de dólares y miles de empleos que dicen perdería EEUU si Ud. revierte las medidas del Sr. Obama. Sin embargo, pocos reconocen que la intervención estatal del castro-comunismo en Cuba, Venezuela y otros países trae consecuencias económicas muy costosas para EEUU. Pocos mencionan las enormes sumas de dinero que EEUU ha tenido que gastar y deberá seguir gastando para defender la democracia y los derechos humanos, siempre amenazados por el castro-comunismo en el continente americano y fuera del mismo.

Hay quienes plantean que de revertirse las políticas del expresidente Obama, el sucesor de Raúl Castro se atrincheraría en el inmovilismo en lugar de avanzar hacia una mayor apertura. Nosotros consideramos que, independientemente de la política que EEUU mantenga hacia Cuba, Raúl Castro y su posible sucesor en 2018 —sea quien sea— no van a ceder el control efectivo del país por temor a perder lo robado por la élite castrista al pueblo cubano, y sobre todo por temor a enfrentar la justicia.

A la vista del comportamiento criminal que el castrismo se empeña en mantener contra el pueblo cubano, su apoyo a la represión chavista contra el pueblo venezolano, sus estrechas relaciones con otros regímenes que pisotean los derechos de sus ciudadanos —tales como los de Siria, Corea del Norte e Irán—, su discurso hostil contra EEUU y su falta de cooperación en temas como la extradición de prófugos de la justicia estadounidense, creemos que es el momento de revertir al máximo unas políticas que solo benefician al régimen castrista y muy poco o nada al pueblo oprimido. Es el momento de imponer fuertes sanciones al régimen de Raúl Castro, y también al de Nicolás Maduro. Por su destacada posición en el mundo libre, EEUU no debería permanecer indiferente ante los crímenes que ambos regímenes cometen contra sus pueblos.

EEUU debe seguir siendo el primer defensor de los que carecen de derechos y libertades en el mundo. Es el mundo libre quien debe aislar y castigar a dictaduras impenitentes. No es al supuesto aislamiento que, según The New York Times, produciría a EEUU revertir la política hacia Cuba a lo que su Administración debe temer. Su Administración, su pueblo y los demócratas del planeta a lo que debemos temer es a un mundo donde no se castiguen los excesos de los tiranos.

El castrismo nunca ha dejado de ser uno de los principales enemigos de EEUU, como también ha sido y es el principal enemigo del pueblo cubano. Por eso, estoy seguro de que coincidiremos en que a los criminales que no mejoran su conducta se les debe castigar y no premiar. Cuando esos criminales están al frente de un país, su castigo es un alto deber moral y una necesidad política ineludible.

Atentamente,

José Daniel Ferrer García
Coordinador General de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU)
Santiago de Cuba, 6 de junio de 2017.

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