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Camagüey, entre la pestilencia y la enfermedad

El huracán Irma finalmente se degradó a tormenta tropical. Ayer jueves 14 de septiembre de 2017 a una semana del paso del peligroso meteoro, luego del colapso total del sistema eléctrico cubano por 72 horas, comprobado por las fotos satelitales publicadas por el Nuevo Herald, todavía provincias como Ciego de Ávila presentaba solamente un 20% del servicio eléctrico restablecido y Villa Clara un 30 %, eso confiando en la exactitud de las cifras ofrecidas a la prensa por la Unión Eléctrica de Cuba, recordando que en Cuba las estadísticas casi siempre son falsas o en el mejor de los casos maquilladas.

Esta vez le tocó a la provincia de Camagüey ser una de las más afectadas por el paso del evento meteorológico, que impuso varios récords y tocó tierra por Cayo Romano al norte del territorio con vientos de más de 250 km/h, arrasando a su paso la cayería norte y poblados como Playa Jigüey y Puerto Piloto, que quedaron literalmente destruidos, como por ejemplo Jigüey, donde no quedó una casa en pie o el Batey Moscú en Esmeralda que de 200 casas sólo quedaron 10 en pie.  Informaron igualmente las autoridades de la defensa civil sobre la muerte en la provincia, del anciano de 64 años de edad Edilberto Cabrera Rodríguez, quien falleció en su domicilio de Batey Mameyar, Esmeralda, al derrumbarse su vivienda. Otros poblados muy afectados fueron Esmeralda, Jaronú, La Gloria y Playa Santa Lucía. Según informó el periódico Adelante, se cuantificaron en Camagüey 1 140 viviendas, derribadas totalmente, 2 500 con afectaciones parciales de cubiertas y aún no se ha determinado la cantidad de inmuebles con pérdidas parciales de cubierta, pero se presume que sean miles. En estos momentos a una semana del seísmo, muchos territorios de la provincia y repartos de la ciudad cabecera no tienen electricidad, ni agua, ni comunicaciones, además de sufrir la horrible pestilencia de miles de metros cúbicos de escombros y desechos orgánicos de plantas y animales en descomposición que no  son recogidos y permanecen en las calles, aún en las arterias más céntricas como el bulevar de la Calle República. A estos sufrimientos sin límites se añaden las enfermedades que pululan como la conjuntivitis hemorrágica, el dengue, el zika y las enfermedades diarreicas agudas, para los cuales no hay reserva alguna de medicamentos.

Por su parte el gobierno realiza llamados a resolver los problemas con medios y recursos locales de los territorios sin reconocer que no tienen reservas ni recursos para enfrentar la devastación total del país. La ya estancada economía amenaza colapsar ante la destrucción de la infraestructura y planta hotelera de los principales polos turístico entre los que sobresalen Varadero y Jardines del Rey, así como todo el archipiélago Sabana-Camagüey. El proceso eleccionario por razones obvias ha sido suspendido y ya se produjeron manifestaciones de descontento en los vecinos de Santos Suárez, municipio 10 de Octubre, La Habana.

Mientras tanto la legendaria Camagüey se debate en una lenta recuperación luego del azote de los vientos de hasta 115 km/h y ligeras inundaciones. Los daños fueron menores comparados con otras ciudades, pero no menos gravosos a la población, al afectarse muchos centros laborales, además de perderse las cosechas de ciclo corto y ocurrir afectaciones en la ganadería. La Iglesia Católica y otras instituciones religiosas tratan de socorrer a las personas ante la inactividad gubernamental y la falta de recursos. Las fotos que acompañan este artículo grafican los momentos iniciales del paso del meteoro y la crítica situación sanitaria actual a una semana del desastre.

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