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Amigos en La Habana y en Madrid

Los conceptos de la amistad y la solidaridad se componen de claves fundamentales invariables que acercan, unen y rigen las relaciones entre los seres humanos. Eso sí, cuando esos sentimientos se ejercen por parte de muchos personajes que dedican su vida a la política, suele apreciarse una variante que altera la idea original. Una cosa es la amistad y el apoyo en la oposición y otra, completamente diferente, es la que se cultiva desde el poder.

Los cubanos que son opositores pacíficos, periodistas independientes, artistas libres y exiliados en todas las geografías, lo saben muy bien porque en todos sus años de enfrenamiento a la dictadura militar que domina su país, han apreciado y, desde luego, padecido esa conducta especial asumida por líderes de partidos de naciones democráticas.

Uno de los casos más significativos de esos cambios radicales y urgentes se produjo en España, cuando en el año 2011, subió al gobierno la dirigencia del Partido Popular.

Durante su etapa opositora a los socialistas de José Luis Rodríguez Zapatero, los populares tuvieron siempre el respaldo de los exiliados cubanos, de los disidentes que viajaban de Cuba y hasta se llegó a organizar en la sede del PP una bienvenida a un grupo de presos políticos liberados por el régimen en el 2010.

Una vez que Rajoy y sus compañeros llegaron a la Moncloa los antiguos amigos se convirtieron en unos molestos personajillos a los que había que, si acaso, saludar con discreción y desde lejos en Madrid, pero ignorar por completo en La Habana para no molestar al grupo de poder y poner en riesgo las relaciones diplomáticas, comerciales y el oleaje de inversionistas españoles que se anunciaba.

Los funcionarios del gobierno Popular de diferentes rangos que han viajado a Cuba en todos estos años no se han atrevido ni siquiera a hacerles una llamada por teléfono a las Damas de Blanco, a pesar de que algunos de sus dirigentes se reunieron con Berta Soler en Madrid y, como es de suponer, están al tanto de las golpizas que reciben cada semana por órdenes directas de sus nuevos amigos cubanos.

A fines de año van a Cuba Mariano Rajoy y el rey Felipe VI. No habrá tiempo, ni deseo, ni voluntad para saludar a sus preteridos aliados de antaño, pero sabrán que siguen en las calles, bajo el rigor de la policía, con la misma ilusión por la libertad de su país que cuando creían que tenían su amistad y su afecto.

Tomado de elnuevoherald.com

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