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Adolescente aterroriza escuela habanera con arma de fuego

Para los niños y niñas de un aula de séptimo grado de la Escuela Secundaria Básica “Enrique Hart Dávalos” del municipio habanero de Guanabacoa, los tres primeros días de febrero de 2018 serán recordados por el resto de sus vidas.

Luego del consabido matutino cargado de referencias patrióticas, la larga fila de 40 intranquilos y juguetones púberes de la hacinado 7mo 1 entró al salón de clases. Parecía que iba ser un día normal, rutinario, un lunes más. Pero ese día uno de los estudiantes del aula pensó diferente y acudió a clases con el arma de fuego que su padrastro dejó al descuido.

Verdadero terror fue lo que vivieron los menores amenazados a punta de la pistola por el condiscípulo de mayor estatura delincuencial del aula, el clásico guapetón y abusador, el que cada día ha ejercido violencia de todo tipo sobre ellos por ser el de mayor edad, primo de la permisiva profesora guía del colectivo y a quien el director del plantel teme por su conducta violenta, rebelde y, sobre todo, por el historial delictivo de los padres y otros familiares, temibles por su alta peligrosidad social.

Por esas razones el director no cumplió con su deber de intervenir en el asunto y llamar a la policía, por lo que de manera irresponsable desatendió las quejas de dos niños aterrorizados que acudieron a su autoridad. Igual de “comprensivo” el funcionario tranquilizó a una madre que le planteó que en la escuela alguien había despojado a su hijo de unas muy caras zapatillas Adidas y con flema y amabilidad engaño a aquellos otros padres que preguntaron con extrañeza para qué la escuela estaba pidiendo dinero a los educandos.

Por otra parte el profesorado, inmerso en sus rutinas laborales y en la resolución de los asuntos existenciales que les mantiene desvinculados afectivamente de sus estudiantes, nunca supieron lo que en su clase estaba ocurriendo. Y para colmo de males, en medio de toda esta rara situación, algunos adultos desestimaron los relatos de los chicos pensando que se trataba de un acto normal de bullying cometido por el chico esta vez con un arma de juguete, hoy tan parecidas a las letales. Sorprendentemente la conjunción de todos esos factores hizo que la crisis se mantuviera hasta el miércoles.

En la mañana del jueves intervino la policía con la detención del menor a quien le fue ocupada una pistola semiautomática Makárov y 8 cartuchos de 9 milímetros.  Resultó que el arma fue robada de un almacén de la policía. La madre y el padrastro del estudiante fueron detenidos y conducidos a la Estación de la Policía de Guanabacoa, lugar al que el lunes deberá presentarse el menor en compañía de la abuela con quien vive desde entonces hasta que se investigue y se decida enviarle a un centro de reeducación de menores.

Desafortunadamente los niños y niñas de entre 11 y 12 años de edad que vivieron durante tres días situaciones traumáticas que superan sus frágiles estructuras mentales, inmaduras para superar en corto tiempo tantos daños psicológicos, no serán adecuadamente tratados por las instituciones de salud porque en Cuba por razones políticas no se reconoce el estrés postraumático. Por lo pronto, algunos chicos ya fueron trasladados de escuela, otros se niegan a retornar al centro escolar y la mayoría esperan que sus padres, tan humanos y vulnerables como ellos, salgan de su estupor que les permita entender lo ocurrido o, mejor dicho, la tragedia que pudo haber enlutado sus vidas y que por el hecho de no haber ocurrido no significa que pudiera volver a presentarse.

Sin embargo, y más allá de la reunión de directores de escuelas secundarias del municipio de Guanabacoa celebrada con premura el pasado viernes con la presencia de la policía política presumiblemente para castigar al negligente director de la escuela e intentar acallar posibles voces indiscretas; pareciera que en la Escuela Secundaria Básica “Enrique Hart Dávalos” no ocurrió nada de tanta gravedad que en cualquier otro país del mundo que no sea Cuba o Corea del Norte hubiera sido de dominio público de la ciudadanía y provocado, como minino, un debate nacional sobre la calidad de la educación, la seguridad en los predios escolares y un poco más allá.

Amordazada la prensa cubana oficial, soporte de la feroz y asfixiante propaganda política que posiciona a la educación como bandera ideológica del Socialismo cubano, esa realidad nunca será reconocida por las autoridades partidistas y gubernamentales. Simplemente lo ocurrido en la Secundaria Básica “Enrique Hart Dávalos” nunca pasó en la Cuba Socialista, como tampoco se reconoce la existencia de presos políticos que pagan con cárcel y la vida al denunciar, en su condición de ciudadanos críticos, la existencia de violencia escolar, la violación flagrante a los derechos humanos y otras tantas disfunciones sociales y políticas que ponen en peligro la existencia de la nación cubana.

 

La Habana, 4 de febrero.

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