El castrismo tiene un expediente ancho y oscuro de censuras, acosos, persecución y agobios contra el arte verdadero y los artistas libres. Eso no quita que haya que reconocer la debilidad de su nomenclatura por el teatro, aunque sean obras planas, sin emociones, con el final cantado desde el título y una gran pobreza de actuación. He aquí un ejemplo: han convocado elecciones para renovar en marzo los diputados de la Asamblea Nacional del Poder Popular.
Es una función especial que les satisface y les conviene porque, a pesar de que saben muy bien que ningún cubano cree en la legitimidad de esos comicios, sus desempeños en el escenario, sus esfuerzos por tratar de mostrarse en público y por un tiempo tolerantes y abiertos, le abren los caminos para el comercio y las inversiones en la Isla a sus amigos y socios extranjeros. Tanto es así que en la Unión Europea se ha llegado a decir que Cuba es una democracia de partido único.
En marzo se elegirán los diputados que ya están electos en las oficinas del partido comunista. Entre los personajes principales que harán su papel en la obra, promovida desde hace meses a toda hora por los panfletos criollos, aparecen actores de gran experiencia con casi 90 años como Raúl Castro, José Ramón Machado Ventura, Ramiro Valdés y Guillermo García, acompañados con sus papeles aprendidos de memoria, bien estudiados los gestos, por algunos jovenazos septuagenarios como Leopoldo Cintra Frías, Ramón Espinosa y Miguel Barnet.
Hay que reconocer, eso sí, que para darle mayor interés a esta puesta en escena está previsto un cambio en la figura central y está diseñado un relevo para que un artista más joven y de la misma escuela, Miguel Díaz Canel, continúe al frente del elenco y no se note ni un solo cambio en los resultados de su trabajo. Es decir, que el país siga sin libertad, reprimido, con presos políticos, sin alimentos, sin medicinas y sin provenir.
Entre los espectadores cautivos no hay unanimidad, aunque las palabras aplausos y ovación estén escritas con frecuencia en la obra original. La oposición pacífica, los periodistas independientes, los artistas libres y los hombres y mujeres alertas de la calle conocen a la perfección la falsedad y el verdadero propósito de la función que tendrán que ver.
Por otra parte, tres sacerdotes católicos residentes en la Isla se han adelantado a reseñar la obra antes de que se estrene. Le han escrito una carta a Raúl Castro de la que selecciono este párrafo capital: “Queremos elegir en libertad. En Cuba hay votaciones, no elecciones. Urgen elecciones donde podamos decidir no sólo nuestro futuro, sino también nuestro presente. Ahora se nos invita a “votar”, a decir “sí” a lo que ya existe y no voluntad de cambiar. Elegir implica de por sí, opciones diferentes, elegir implica la posibilidad de tomar varios caminos.”