La Misión Permanente de Cuba ante la ONU denunció ayer por enésima vez, y cito textualmente la nota de agencias, que «el bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos desde hace más de medio siglo viola el derecho de la Isla y sus habitantes al desarrollo”. Lo cierto es que la Declaración de los Derechos Humanos no incluye referencia alguna a este «derecho al desarrollo» que se ha inventado el régimen para acompañar su permanente campaña de propaganda del bloqueo y el embargo.
Tal vez tendríamos que plantear justo lo contrario. Es decir, ¿no será el modelo económico estatal, sin derechos de propiedad privada (Derecho Humano reconocido en el artículo 17), ni economía de mercado el que impide a los cubanos abandonar el subdesarrollo, la pobreza y el racionamiento estructural?
Esa tendencia a culpar a los otros de los problemas propios es una nota que caracteriza el comportamiento infantil, pero mucho me temo que el régimen castrista con casi 59 años a sus espaldas tiene muy poco de infante. Y lo que en realidad ocurre es que, una vez más, el empeño absurdo en mantener una estructuras de gestión económica más propias de “guerra fría”, que desaparecieron de Europa del este hace más de 25 años, es lo que impide a los cubanos disfrutar del desarrollo, la mejor calidad de vida y el bienestar que todos los ciudadanos desean y aspiran.
Así que se olviden, porque ya no convencen a nadie.
Los que niegan la propiedad de la tierra a los aguerridos guajiros que se lanzan a luchar contra la infección de marabú en los campos cubanos, tras décadas de desidia, provocada por la explotación estatal de la agricultura. Los que persiguen y acosan a los cuenta propistas que quieren sacar adelante sus pequeños negocios bajo condiciones legales restrictivas y una severa vigilancia y control, amén de una presión fiscal asfixiante. Los que impiden a los cubanos comerciar libremente con los extranjeros creando empresas o cualquier otro tipo de asociación mercantil. Los que concentran todo el poder económico del área de las divisas en consorcios monopólicos y los entregan al ejército o la seguridad del estado para su explotación. Insisto, todos los que hacen esas cosas, son los que impiden a los cubanos progresar y convertir a Cuba en una economía moderna y próspera en la que todos caben y todos pueden hacer sus sueños realidad. En absoluto podemos aceptar su algarada en contra del llamado embargo o bloqueo, ni mucho menos los justificantes y cálculos aguerridos a los que últimamente recurren para justificar lo injustificable.
En concreto, es fácil concluir a la vista del actual statu quo castrista que sectores como la biotecnología, el turismo, la minería, las energías renovables y las telecomunicaciones que el régimen dice que se encuentran afectados por el bloqueo, lo único que necesitan es una legislación más flexible y adaptada a los tiempos que corren, la participación de la empresa privada en la generación de actividad, riqueza y empleo, la proyección global de estos sectores y la incorporación de las nuevas tecnologías de la cuarta revolución industrial. Libertad para comerciar con el exterior y formar asociaciones con empresarios extranjeros. En suma, actividades que cualquier empresa puede realizar de forma normal y habitual en cualquier país del mundo, se encuentran vetadas y proscritas por un régimen que recrimina el denominado embargo.
Y en cualquier caso, eso que llaman “injusta e ilegal política” en referencia al bloqueo estadounidense contra Cuba, por mucho que en Naciones Unidas se demande su final, tiene sus razones plenamente justificadas. Y en tanto en cuanto dichas razones no se atiendan, y el régimen sabe muy bien cuáles son porque los mismos dirigentes políticos que cometieron los desatinos contra la propiedad privada y la economía de empresa libre se mantienen en el poder 58 años después, nada hay que justifique cambio alguno de las condiciones. Además, conocido es que Cuba comercia y se relaciona económicamente con 192 países del mundo así que el denominado “reclamo de la comunidad internacional» debe tener en cuenta esta situación objetiva, antes de asumir las tesis castristas de forma simple y automática.
El problema de los comunistas que dirigen el destino de los cubanos durante tres generaciones es que tienen una forma de ver el mundo muy simple, y a la vez distorsionada. Las ideas fuerza de ese relato castro comunista que dura ya demasiado tiempo, se concretan en tres: (1) Washington tiene la “adicción bárbara y salvaje de creer que puede dominar” el mundo y América Latina; (2) el estado y partido único debe ser el eje fundamental de la actividad económica y las empresas privadas no deben existir; y por ello, (3) nadie mejor que el estado y partido único para dirigir la vida de las personas, diseñar sus trayectorias y canalizar sus aspiraciones. Fuera del estado, del partido comunista, nada. Dentro, aquello que el estado y el partido entiendan que debe estar. Somos muchos los que pensamos que ese pensamiento absurdo es el auténtico cerco, embargo o bloqueo impuesto hace más de medio siglo sobre los cubanos, y que su desaparición en un país democrático, plural y libre como el que soñamos garantiza un futuro de prosperidad.
Siempre cabría pensar cómo podría haber sido Cuba sin los Castro y su modelo ideológico. Un esfuerzo intelectual que no conduce a sitio alguno, porque el paso de la historia y la destrucción de la vida de millones de cubanos no tiene vuelta atrás. Es curioso observar cómo, sin embargo, el régimen comunista se plantea defender en Naciones Unidas indicadores inventados sobre cómo sería Cuba “de desarrollado” si no hubiera existido lo que ellos llaman “bloqueo o embargo”. Y la respuesta a esta pregunta es la misma: una vida perdida que no tiene vuelta atrás.
Tan solo queda sentar las bases para un futuro mejor, con un modelo económico y político distinto, en el que no se tenga que renunciar a la salud, la educación y la seguridad social sino potenciarlas más si cabe, con la participación del sector privado, las empresas como agentes de cambio y transformación social y un régimen estable y predecible de derechos de propiedad para todos. Esa es la verdadera y auténtica superación del embargo. Que no engañen a nadie.