La pistola en la mano

A una semana del paso del huracán Irma por un tramo largo de la costa norte de Cuba,  además de su huella destructora y de un eclipse general sobre el presente y el porvenir de grandes sectores de la sociedad en la isla,  el ciclón ha instalado en el país  un panorama represivo que incluye el contrasentido de que las fuerzas públicas se dediquen a patrullar los escombros en vez de recogerlos.

El domingo, como siempre, se produjeron arrestos de Damas de Blanco en todo el país. Fueron 40 las mujeres que llevaron a las celdas de la policía política, la mayoría en La Habana, pero también en Matanzas, Santa Clara, Bayamo, Palma Soriano y Guantánamo. Los gendarmes detuvieron o amenazaron también a algunos activistas de la oposición pacífica y a periodistas independientes. Al expreso político Ángel Moya lo desaparecieron durante 3 días, desde el viernes hasta el domingo y lo mantuvieron en un sitio que sus carceleros jamás revelaron.

Para controlar a la población de las zonas más afectadas por Irma en la zona de Villa Clara, el gobierno (…) ha desplegado a los hombres de las Boinas Rojas, un grupo especial de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). Ellos, también acompañados por guardias y policías del Ministerio del Interior, son los que recorren día y noche las localidades de Santa Clara, Sagua la Grande, Isabela de Sagua y Caibarién, entre otras

En la capital, según reportes de los corresponsales libres, es notoria la presencia de las escuadras de las Tropas Especiales, los llamados Boinas Negras, el comando élite del Ministerio del Interior. Junto a ellos patrullan las calles agentes de la Policía Nacional, policías vestidos de civil de la Seguridad del Estado y pelotones de las Fuerzas Armadas y la Marina de Guerra.

Para controlar a la población de las zonas más afectadas por Irma en la zona de Villa Clara, el gobierno ha cambiado el color de las gorras. En ese territorio ha desplegado a los hombres de las Boinas Rojas, un grupo especial de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), fundado en 1981. Ellos, también acompañados por guardias y policías del Ministerio del Interior, son los que recorren día y noche las localidades de Santa Clara, Sagua la Grande, Isabela de Sagua y Caibarién, entre otras.

En realidad, se reporta el patrullaje de policías y soldados, agentes encubiertos, de informantes y brigadas paramilitares en la región oriental del país y en cualquier punto de la geografía que los expertos perciban como fuentes probables de manifestaciones populares de protesta por la falta de atención gubernamental a la devastación del huracán.

Las tropas como parte del paisaje de las ciudades arruinadas pueden ser un símbolo de la fuerza del Estado y, al mismo tiempo, del temor del castrismo que ahora reafirma lo que es la filosofía de su existencia y de su permanencia en el poder: una mano extendida para pedir limosna en el extranjero y la otra en la empuñadora de la pistola.

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