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Prevaricaciones y promesas incumplidas

Lo que ha sucedido en la vivienda del sindicalista independiente Iván Hernández Carrillo es una muestra de la descomposición moral de un régimen que considera la rapiña parte de la instrumentación de su política. Esta manifestación de violencia característica de regímenes como el cubano y su correspondiente venezolano no parecen importar a demócratas de toda condición, que acuden en tropel a legitimar su rapacidad y su violencia.

La vivienda de Iván fue asaltada en la madrugada del martes mientras el ministro de exteriores de Reino de España desembarcaba en la Habana para preparar una visita de los Reyes de España o del presidente del gobierno. Quienes registraron el inmueble confiscaron pertenencias del sindicalista: el teléfono fijo, un teléfono celular, un equipo de fax, una tableta de uso personal, un reloj, un televisor, papeles y material de oficina, lápices, bolígrafos, presilladora, así como la ropa y zapatos del sindicalista. Además, y sé que puede parecer pueril e intrascendente, pero en este ejercicio de maldad le han arrebatado más que artículos utilitarios: también le han arrebatado la tranquilidad y la de su madre, Asunción Carrillo;  han pisoteado su dignidad.

Este más de medio de siglo de prevaricaciones, promesas incumplidas, compromisos violados y acuerdos frustrados, no parecen ser suficiente para que personalidades gobernantes y monarcas entiendan la deslealtad que define al gobierno cubano, su hipocresía, fruslería y zascandileo y su inagotable capacidad transgresora.

EL gobierno cubano no ha madurado, al contrario, descompone al Maduro, que se pudre y se corrompe y mientras dispara a su pueblo derrama los petrodólares sobre los que acuden al convite. En medio de este panorama de corrupción y desolación transcurre la visita del ministro de relaciones exteriores del reino de España, que coquetea con la dictadura y la política, mientras contribuye a dilatar los tiempos del régimen y el dolor de millones de personas en nuestros países.

No vale excusarse de que Cuba no es Venezuela, es peor: es quien sustenta del régimen venezolano, es quien diseña los métodos de infiltración a los grupos de oposición, las campañas de difamación, los planes de represión y quien traza la política del régimen suramericano, quien orienta sus detenciones arbitrarias, el encarcelamiento a los disidentes, los manejos que apuran el exilio y lo alimentan (rasgos distintivos de ambas dictaduras).

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