A pesar de las regulaciones establecidas, las muchas reuniones y orientaciones públicas, sigue siendo preocupante ingerir algunos alimentos que se ofertan al público, tanto de forma estatal como particular.
“Yo no lo podía creer hasta que ocurrió delante de mis ojos”, cuenta este vecino de la calle Tulipán, en la capital, … “mi hija es maestra y está embarazada y le explotó una croqueta que estaba friendo, le quemó la cara y parte del brazo, tuvimos que salir corriendo con ella para el Hospital Calixto García, pues ya está casi al parir y cogimos mucho miedo”.
Yunisleydis, otra joven del barrio, también hizo su historia, contó que compró unas hamburguesas -de las que valen $1.50 moneda nacional- y cuando se las comió pensó que tenía algo malo, pues según dice le cayeron como una “bomba” en el estómago, quizás por el exceso de grasa.
En el programa televisivo Buenos Días, del pasado 3 de julio, se trató el tema del pan que se vende de forma racionada por la libreta, mal llamada de abastecimientos, y se enfatizó en la falta de higiene tanto en la elaboración como en la venta del mismo, lo que implica que hasta el propio régimen tiene que reconocer lo que para todos es evidente.
El panorama general de la venta de alimentos en el país, está compuesto de productos sin etiquetas que nadie sabe de qué están elaborados y cuando vencen, (por ejemplo, la leche en polvo); frutas y vegetales que se maduran de forma artificial, con sustancias dañinas para la salud; productos considerados comercializables, en estado de putrefacción.
Berta, establecida en La Habana, pero que fue técnica e inspectora de comercio y gastronomía en la provincia de Santiago de Cuba, se unió al grupo de personas que hablaban del tema y contó lo siguiente: “Yo cerré allá (en Santiago) un centro estatal de elaboración de alimentos, porque en el techo tenía filtraciones de aguas albañales del apartamento del piso de arriba”. “Fue duro “fajarme” con los trabajadores, la administradora y hasta con los jefes del ramo, pero Salud Pública me dio la razón y cerraron el establecimiento, ellos e Higiene y Epidemiología, son los que tienen la última palabra”.
En Cuba cada policlínico que atiende uno o varios barrios, posee una Subdirección de Higiene y Epidemiología, además esta estructura se repite también a los niveles municipales, provinciales y ministerial. Existen los llamados Centros de Higiene y Epidemiología Territoriales, donde se analizan las muestras de alimentos, agua, aire, suelo, etc. de un grupo de municipios; pero al parecer estos mecanismos no funcionan.
Un alimento inocuo es la garantía de que no causará daño al consumidor cuando el mismo sea preparado o ingerido, de acuerdo con los requisitos higiénico-sanitarios. La inocuidad es un proceso que asegura la calidad en la producción y elaboración de los productos alimentarios; pero de forma desafortunada en nuestro país se maneja el dicho de haz lo que yo digo y no lo que yo hago; ya que muy reciente, la Asociación para la Ciencia y la Tecnología de los Alimentos de Cuba (ACTAC) y otras instituciones cubanas afines, celebraron el 6to Congreso Latinoamericano y del Caribe sobre Calidad e Inocuidad de los Alimentos; respaldados por el lema: “La cultura alimentaria en la ciencia de los alimentos, la gastronomía y los medios audiovisuales de difusión masiva”.
Inspectores hay que pueden ocuparse de esta materia en casi todos los Ministerios, también el personal vinculado al respecto; pero a pesar de la cantidad de enfermedades que se hacen endémicas en estos momentos en el país, se permiten todos estos desórdenes en la atención de los alimentos.