El periodismo social que practicamos, reflexiona sobre su papel, se preocupa por la búsqueda de soluciones y se propone articular las necesidades de la población con los temas de política y economía, para juntos hacerlos formar parte de la agenda en los medios de comunicación a los que tenemos acceso.
El principal instrumento con el que contamos para enfrentar la crisis, es profundizar la labor que realizamos, sumar nuevas fuentes y ampliar el concepto de «realidad». Los comunicadores que nos sumamos a esta tarea nos sentimos -ante todo- ciudadanos comprometidos con la verdad de lo que sucede en el país y esto nos convierte en actores sociales con algún peso.
Sin embargo, los medios oficiales de comunicación, solo le permiten publicar a los periodistas que trabajan en ellos, artículos, noticias e informaciones que construyan una imagen favorable del régimen, lo que los aleja de la actual situación política, económica y social que vive el país.
Aunque en estos momentos en Cuba, la violencia, el vandalismo, la delincuencia, la droga, los asesinatos y la prostitución, han aumentado de forma alarmante; los medios de comunicación hacen apenas uno que otro comentario o artículo que se refiera a estos temas.
Podría decir -como un ejemplo- que en el Reparto «La Fortuna» ubicado en el municipio Boyeros, la violencia juvenil ha cobrado 10 muertes por armas de fuegos y/o armas blancas, en menos de 4 años. Si usted proyecta la cifra de un barrio de unos pocos miles de habitantes, a la población total del país que es de alrededor de 11 millones, tendríamos un número impresionante, pero toda esta información está protegida por cortinas de hierro.
En la barriada de Aldabó, un buen día los vecinos amanecieron con una noticia escalofriante, un anciano de 80 años de edad que vivía solo había sido asesinado en su hogar -a sangre fría- para robarle. Residía en la calle Arcada No.12905 entre Aldabó y Abril. Su nombre era Manuel Duque.
Los vecinos del lugar encontraron inusual que Manuel no se levantara temprano en la mañana como era su costumbre, en horas de la tarde sospecharon que nada bueno podía suceder y dieron parte a la policía que apareció con los bomberos. Para poder entrar al domicilio del difunto, tuvieron que violentar la puerta, encontrando en su cama al anciano muerto y según cuentan, presentaba lesiones en la cabeza y el cuerpo. El caso continúa bajo investigación policial.
Lo que puede crear una interrogante en este caso, es que el crimen se cometió a menos de 700 metros del Centro de Investigaciones Policiales de 100 y Aldabó. No hubo ninguna información al respecto, ni tan siquiera para advertir a los lugareños sobre la posibilidad de que el delincuente volviera a actuar.
Claro que si el periodismo puede ser usado para servir de guía al ciudadano, reflejando en los medios temas que realmente son de su beneficio; sería un buen servicio al público transmitir estas realidades. El régimen oculta cualquier noticia que no lo haga perfecto y por consiguiente se enfrenta a intereses sociales por su oscuro sentimiento de control total.